domingo, 16 de octubre de 2011

CHUCHO, EDDIE Y TOÑO


FERNANDO ESPAÑA

El secreto
de la sabiduría,
del poder
y del conocimiento,
es la humildad.

Ernest Hemingway

Una noche de 1996, Antonio telefoneó a mi apartamento, más o menos a las diez, para solicitarme un piano.

-      ¿Te escuché bien?
-      Si, un piano.
-      ¿Yo? ¿Un piano?
-      ¡Sí, hombre!
-      ¿Acaso soy pianista?
-      No, pero como vives entre músicos, pues te llamo para solicitarte con urgencia que me consigas un piano.
-      ¿Para cuando?
-      ¡Para ya!
-     ¿Para ya?
-      ¡Sí!
-      ¿Y, en Bogotá, donde consigo un piano a ésta altura de la noche?
-    ¡Eh, Ave María, pues! exclamó con su acento de paisa. ¡Acaso los extraterrestres no existen! sentenció con un tono más universal. 

Antonio es Antonio Ibáñez, el singularísimo caballero de la noche, quien fuera uno de los periodistas de radio en el mundo que honraba el quehacer periodístico, la radiodifusión con contenido y el oficio ciudadano de informar formando, labor humanista que realizó durante más de cinco décadas en Colombia, España y Venezuela. Desde los setentas, decenio cuando Yamid Amat comenzó a transformar la producción radial en Colombia, creó Una Voz en el Camino, que posteriormente denominaría Habitantes de la Noche, un programa nocturno, de lunes a viernes, que iniciaba religiosamente a las doce en punto alcanzando las cuatro horas al aire. 

Fue una franja que colonizó inicialmente en Caracol Radio, luego en RCN Radio, Colmundo Radio, Cadena Melodía y finalmente en el Circuito Todelar. Gracias a su contenido fue galardonado con el Premio Simón Bolívar a mejor programa nacional de radio. Por sus micrófonos pasaron personajes como los científicos Rodolfo Llinas Riascos y Manuel Elkin Patarroyo, escritores como Álvaro Mutis y William Ospina, intelectuales como Manuel Zapata Olivella y Florence Thomas, poetas como Juan Manuel Roca y Raúl Gómez Jattin, músicos como Lucho Bermúdez y Francisco Zumaque, folcloristas como Toto La Momposina y Petrona Martínez, autores como Rafael Escalona y Jorge Veloza, estrellas como Shakira y Carlos Vives, directores de cine como Sergio Cabrera y de teatro como Santiago García, políticos como Luis Carlos Galán y Belisario Betancur, divas como Amparo Grisales y Fanny Mickey, o deportistas como Martín Emilio “Cochise” Rodríguez y Kid Pambelé , y cuantos más, nombrando solamente los criollos, quienes conversaban de lo divino y lo terrenal con Antonio y sus oyentes. 

-      Consíguelo, por favor, como sea.
-      ¿Dónde? ¿Con quién?
-      ¡Por favor, el piano es para hoy!
-      ¡Uff, Antonio...!

¿Qué hago? ¿Quién? ¿Dónde?  

Ese jueves había ensayado en Sonfonía, salsoteca donde Ibañez en absoluto fallaba semana alguna a echar un pie, la orquesta de Eddie Martínez, el músico que observada su hoja de vida es, todavía, la más importante de colombiano alguno en las escenas del jazz latino y la salsa mundiales.

¡Vaya,Eddie Martínez!

-      Maestro, discúlpeme que lo telefoneé a esta hora.
-      Españita, tranquilo, estoy aún despierto, estoy en mi estudio.
-      Maestro es para pedirle un favor.
-      ¡Oh!, mientras no sea dinero. (Sonrió el maestro)
-      Algo que espero no sea molestia para usted.
-      ¿Qué será?
-      Lo llamo para pedirle prestado el piano.
-      ¡Qué! ¿El piano? ¿Mi piano?
-      ¡Si, maestro!
-      Españita, como te digo… Y ¿esta ocurrencia? ¿A tí o para quién? y ¿para cuando?
-      ¡Para ya! (Tímido)
-      ¿Para ya?
-      ¿No será una broma, paisanito?
-     ¡No, no es un chiste y es para ya! ¡Mañana es tarde!
-      Bueno, y, ¿para que un piano a estas horas, así de repente, con esa emergencia?
-      Pues, que Antonio Ibáñez me solicito hace unos minutos que le consiguiera un piano para su programa esta noche
-      Oh, el mundo debe estar loco. Pues Españita, díle a Toñito que mañana en la mañana tengo agendada una reunión muy importante... ¿Y para que necesitará Ibáñez un piano a esta hora? ¿Te dijo para que?
-      Si maestro, es que su invitado esta noche es Chucho Valdés.
-      ¿Chucho Valdés? ¿El cubano?
-      Si.
-      Oh, Españita, me lo hubieras dicho antes, por favor. Espera, pospongo todo, y pasa en media hora por el piano, por favor.

Así sucedió. Fui hasta su hogar ubicado en el barrio La Soledad, alcé su piano y conmigo, Eddie, tomo camino hacia Todelar. Llegamos, nos registramos en recepción y subimos al segundo piso, donde nos aguardaba un Antonio, que al vernos, expresó una calidez humana más profunda que la que transmitía habitualmente. Se había conseguido el piano y además me presentaba con Eddie Martínez, quien ya había estado en una emisión anterior. Se saludaron, agradeciéndole por el préstamo, convidándolo a ingresar al estudio a esperar al músico cubano. Se dispusieron a platicar entonándose con sendas tazas de café.

Sobre las once y media, anunciaron desde la recepción que había arribado Chucho Valdés acompañado de otra persona. Antonio, entonces, se dirigió hacia el primer piso, mientras Martínez se transparentaba ubicándose en un costado del estudio, aún con el instrumento dentro del estuche a un brazo de distancia.

Minutos después, la mano derecha extendida de Antonio abrió la puerta, invitando a entrar a Valdés, quién ya en el interior de esa cabina de voces, se veía grandísimo, mucho más alto que los dos metros que superaban su estatura.

-      ¿Donde está Eddie? ¡Maestro, que honor, gusto en conocerlo! Me contó Antonio que estaba usted aquí. ¡Qué honor!

Martínez salió desde su metro con sesenta y pico para saludar a su colega.

-      Maestro, el honor es mío.
-      Asere, sé de tu obra en Nueva York, maestro

Entonces los pianistas se pusieron a charlar y nosotros a escucharlos fascinados por su entusiasmo mutuo. Hablaban de Ray Barreto, en especial del álbum The Other Road, el cual comentaba maravillado Valdés, de Irakere, de Gato Barbieri, de los festivales de jazz, bueno de lo que pueden intercambiar atropelladamente, dos caballos, en tan breve tiempo. Con Valdés venía César Pagano.

-      Me contó Antonio que facilitaste tu piano para esta entrevista, déjame agradecertelo.

Ya sobre las doce, Antonio, exhortó a Valdés a sentarse frente a los micrófonos para abrir la emisión.

Martínez después de sacar el teclado del estuche y colocarlo sobre el soporte, se dirigió hacia ese lugar donde fue saludado por Valdés cuando ingresaba al estudio, quién al percatarse que el colombiano se había retirado con sigilo hacia ese punto donde…

-      ¡Maestro, usted también está invitado, es mi invitado!

Fue cuando Martínez se adelantó hacia la mesa, alargando una partitura que contenía un danzón inspirado en Chucho Valdés, que esa noche a cuatro manos estrenaron.



2 comentarios:

  1. Este platanal es tan lamentable que sus mas preciados hijos se mueren y la gente del común ni siquiera se entera de su legado. Antonio Ibañez tenía un increible aparato de difusión cultural que solo los trasnochadores conocíamos. Como quieran o no todo pasa por la política está en manos de los jóvenes hacerse representar por personas que tengan la calidad humana suficienta para colocar a la Cultura Nacional y sus difusores en el lugar que les corresponde.

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  2. Recuerdo el programa de esa noche, seguía las emisiones de Ibáñez con frecuencia, pero nunca me imaginé tu colaboración con el piano del maestro Eddy

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