Foto: UN Radio.
BALANCE SALSA AL PARQUE
DIEGO ANDRES ARANDA
Teniendo en cuenta la naturaleza formadora del Festival y alejando el elemento espectáculo, hay que enfatizar la realización del mismo en el sentido amplio de lo que la palabra Salsa convoca.
Si el festival se organiza dentro de parámetros que dominan pocos, así mismo tendrá la asistencia de pocos.
Es muy cierto que se requiere urgentemente de una actualización en materia musical, pues si bien el sonido setentas ha servido de inspiración a las bandas participantes, también es cierto que sonidos como la timba, el latín jazz, el songo, y ciertas fusiones, se asoman en sus presentaciones, aunque de forma tímida y no son recibidos por el público en su verdadera dimensión.
Lo ideal sería que la participación en todas las actividades involucrara todas las tendencias posibles dentro de este arco iris musical.
Pero esto debe estar respaldado por una difusión radial dedicada a enseñar los diversos formatos y cree públicos variados, no divididos.
De aquí se desprendería la elección de conocedores de cada tendencia que no solo participen en la elección de las bandas sino que aconsejen a la administración sobre lo que suena allende las fronteras nacionales y propongan una programación más equilibrada entre lo local y lo foráneo. Esto ayudaría a la misión formadora del evento.
No se pueden desconocer las producciones del pasado y sus grandes virtudes, pero no se puede estancar el concepto del festival en una fórmula consabida.
Es momento de mirar la Salsa como una cultura viva, que aún genera líderes, que evoluciona pero no olvida, ya sea desde la dinámica activa de la Salsa Global (en la que los músicos se entreveran en una colaboración positiva entre orquestas, ha rescatar el sonido de la Salsa de ayer, opacada por los enfisemas comerciales) o ya sea desde las iniciativas innovadoras que proceden de diferentes latitudes, las cuales poseen un sonido fresco, sin abandonar la calidad sonora. O más acá, ya sea desde el delicioso laberinto sonoro colombiano que da participación al folklore, extractando ritmos que pueden enriquecer la Salsa en acertados experimentos.
En cuanto a las muestras fonográficas, sería enriquecedor lo que plantea Clemente Sierra en el sentido de dar cabida a otros procesos musicales que han surgido en décadas recientes.
Es muy valioso dar a conocer piezas en acetato y es loable el hecho de que sus poseedores conserven intactas estas piezas que en algún momento quedaron como herencia para la humanidad, pero es momento de revisar lo que sucede en el mundo en materia musical, pues hace tiempo, la Salsa, o todo lo que involucramos bajo este concepto, ha salido de Latinoamérica y se ha incrustado en latitudes inimaginables.
Sería maravilloso dar a conocer también, por parte de otro tipo de coleccionistas, lo que sucede en Europa o Asia con el género, Incluso, en el Caribe contemporáneo hay nuevas propuestas basadas en la Salsa, sin abandonar lo que viene sucediendo con las muestras en vinilo.
Todo lo anterior, daría paso a un festival más inclusivo y más formador. Haría que más públicos se movilizaran en medio de la variedad y se entraría, por fin, en una fase de madurez en la observación de nuestra música.
PD. Con gran pasión amo Nuestra Cosa Bogotana o Latina, me declaro seguidor acérrimo de los sonidos sesenta y setenta, pero también tengo ganas de recibir información novedosa que expanda el conocimiento musical.
ECOS DEL ENCUENTRO DE COLECCIONISTAS
CLEMENTE SIERRA
Lo mismo se puede decir del evento de coleccionistas de discos, quienes sacrifican el sabor tras el fetiche del acetato más raro; del único LP que produjo alguna orquesta sin ninguna relevancia, cuyo mérito sólo radica en su extravagante precio de venta al público en la tienda de algún mercachifle de los que existen en todo el país o en las redes de subastas mundiales.
Faltan cadencia y perspectiva, pues en el Caribe existen varias corrientes posteriores al son, la pachanga, el mambo y la salsa de los setenta, si bien todos reconocemos en la vieja guardia el punto de partida, el ejercicio del melómano consiste en recorrer el camino completo pasando por la diversidad de ritmos y géneros, confluyendo lo clásico y las nuevas tendencias.
En ese sentido, se extrañan los programas de "Salsa por Encima del Nivel", en Quiebra Canto, en el centro de Bogotá, lugar al que la mayoría de personas que en esta ocasión mostraron sus rarezas no asistieron, y que fuera la escuela y punto de partida, es decir, donde realmente se cocinó lo que hoy es posible gracias a esos pioneros, contando incluso con uno ya fallecido y que continuara ese trabajo entre pedagógico y de alguna forma mesiánico en La Corredera; a la mayoría de las personas de entonces hoy nos fatiga contemplar las muestras de los coleccionistas, con contadísimas excepciones, por su escaso “feeling” y lectura sesgada.
La música del Caribe urbano, que reclama su espacio en la ciudad capital, requiere a gritos de los organizadores de estos certámenes la inclusión de todas las tendencias y formatos, es decir, que en el evento de coleccionistas no solo tengan cabida el acetato, el son, la pachanga, el mambo y el güagüancó tocado por orquestas con secciones fuertes de trombones, sino donde además la timba, la salsa rosa, entre otras formas caribeñas, así como el disco compacto puedan tener su lugar; todos los salseros tienen derecho de contar con preferencias, no obstante, la organización del evento debe reconocer la diversidad que rodea el fenómeno no sólo para el bailador, sino también para quienes hacemos lecturas de otros órdenes.
Si el evento no incluye todas las formas, la dirigencia del mismo está llamada a replegarse y dar paso a nuevos organizadores con una visión que haga gala de que la salsa no es anacrónica, sino que permanece vigente y en plena actualidad.
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